miércoles, 4 de enero de 2017

Balada para una oveja


Yo, y mi circunstancia

Tengo la pezuña de la cabra Marieta metida en un ojo. Son ya muchos meses así. Ya no cabíamos en nuestro hogar habitual, la vieja caja de zapatos de siempre, porque los yayos tuvieron la gran idea de comprar una familia de patos gordos, así que nos apelotonaron en una bolsa. Los nuevos están protegidos cuidadosamente en papel cuché y, además, están cerca de los VIPS. Oigo como conversan a veces. Yo, en cambio, solo puedo dialogar con Marieta, que no está bien de la cabeza, y el asunto resulta agotador.

Soy la última superviviente del primer Belén de cabezones que hubo en esta casa. Me llamo “Ovejita” y siempre me estoy rascando una oreja, es mi eterna y simpática posición. Parezco feliz, pero arrastro un trauma. A mis 46 años todavía no me han puesto cerca del Portal, siempre me ponen al otro lado del río junto a las otras ovejas, éstas en versión moderna y todas con la misma cara, más aburridas que los molinos. El pastor que cuida de mí, Timoteo, está alcoholizado. La bota de vino que lleva pegada al cuerpo fue su perdición desde el principio. En fin, menos esos camellos portentosos, los Reyes Magos con sus vistosos trajes, los pastores elegidos, y el trío principal tan bello e iluminado, a los que llamo VIPS, el resto somos una tropa bastante patética. Aunque, según dicen, tenemos el mejor trabajo del mundo. Pero yo quiero más. Me encantaría, aunque solo fuera por una vez, poder saludar a ese crío tan mono y gracioso en torno al cual se organiza este sarao de cada año.

Y les voy a decir una cosa. Tengo la sensación de que ésta va a ser mi Navidad. Ya la imagino: Estoy frente al portal haciendo cabriolas, y todos se olvidan de los Reyes, regalos y de toda la parafernalia. Solo me miran a mí. Incluso la Virgen se levanta y me pone en su regazo para que el bebé me pueda acariciar….Sí. ¡Esta va a ser mi Navidad!

Noche del 24 de diciembre
Ya llega la hora. Ya oigo los pasos de los niños (los hijos de los niños que conocí en la década de los setenta)…¡Se están fijando en mí! ¡No lo puedo creer, estoy casi delante del portal! El niño Jesús me está mirando….¡Oh! y hasta parece que me guiñe un ojo ¡Esto es maravilloso!… Pero, un momento ¿qué demonios es esto?

Me han plantado delante un pastor enorme agachado y con los calzones bajados, y un olor pestilente destila por el ambiente. Es el recién llegado de este año, y se hace llamar “el Caganer”. Dice que vamos a ser muy buenos amigos, el muy cenutrio. No lo dudo, pero comprenderán ustedes la gracia que me está haciendo la sorpresita. No tengo más primer plano que el de sus posaderas. Detrás de mí, suena una melodía. Oigo como las pijas de mi especie susurran de improvisado una canción:

            «Oveja que sola vas

            Con tu patita te rascarás

El año que viene vendrá

Y quizá más suerte tendrás»

Panda de desgraciadas. Yo dimito. 
 
Un año después….

El Caganer se ha pasado el año hablando, sin parar. Es un tipo peculiar. Nos ha propuesto hacer una cadena el año próximo. Cuando le pregunto para qué una cadena, me dice que es un sueño que tiene, y que la estrella irá en cabeza. Quiere que todos participemos. Bueno, todos no, a los Reyes no los ha mentado. Sospecho que no tiene mucha simpatía a la realeza. Y está obsesionado con Palestina. El problema es Palestina, nos dice. Yo nunca hablo de política, ni de religión, solo soy una oveja, pero los demás discuten con él, algunos con buenas intenciones, como los conejos –proceden de los campos fríos de tierras altas, de ahí su carácter pacificador–. Pero un día casi llegan a las manos con Timoteo, cuyo diálogo ha resultado extraordinariamente fluido y lúcido a pesar de su alcoholismo. Las figuras se empeñan en llamarle “Caganet”, cosa que le molesta sobremanera. “Caganer”, dice, sin pronunciar la “r” final. El hacedor de la tierra fértil, como le gusta autoproclamarse. El caso es que, con todo, es un chico que nos cae a todos muy bien. Y le queremos.

No sé qué pasará el año que viene, ni si me pondrán frente al Portal. Pero pasar el tiempo en este saco si está dentro el de la barretina va a ser de todo menos aburrido.